martes, 25 de diciembre de 2012

Disfrutar de la vida y la dieta navideña


¡Feliz Navidad!!! Hoy es 25 de diciembre y me encuentro feliz. Esta es mi Navidad número 50. Me siento ligera y en paz.

Hemos pasado una nochebuena en familia con espíritu festivo, gran comilona y muchos regalos.
Aunque acudí a mi sesión de radio por la mañana, llevé un queque navideño a las encargadas de mi máquina y por fin las vi sonreír. Por la tarde descansé un poco y por la noche estuve OK.

Hacer dieta vegetariana en estas fechas es un poco difícil pero no imposible. Pero si a la falta de carne le agregamos nada de fibra ni de lácteos ni de grasas, entonces ya la cosa se pone más complicada.

A mi doctor de medicina china no le interesa exponer mi hígado, la prioridad es desaparecer los nódulos, así me lo ha dicho así que he vuelto al mix de hierbas original y a las pastillas anticancerlín (12 por día). Además estoy tomando agua alcalinizada lo más que puedo y esto me da tranqulidad para pecar, de ser necesario.

Por la radio debo cuidar mi alimentación para evitar la diarrea y la inflamación.  Ayer me invitaron al chifa, yo pensaba tomarme una sopita wantán, pero terminamos comiendo pollo a la brasa… Pequé y devoré el pollito, pero dejé las papas fritas y la ensalada,  los reemplacé por un poco de arroz que había en va refri y todo quedó bajo control.

En la cena, no había necesidad de pecar, pero igual lo hice. Probé unpoco de chanchito y otro tanto de pavito…HMMM!!! Yo había preparado un guiso de champignones y coles de bruselas pero ya quedará para el recalentado… Felizmente el arroz árabe y los purés no constituyen ninguna transgresión.

Mi hermana mayor está muy preocupada por mi nutrición. “Vuelve a la carne”, me dice, pero yo le explico que todavía tengo opciones. Puedo tomar mi quinua, pero colada, voy a intentar con la leche de almendras y en vez de mantequilla o palta tengo humus  de garbanzo, que felizmente me gusta y he aprendido a  preparar gracias a google.

La Navidad está en nuestros corazones, dicen por ahí, yo creo que es verdad, siento que es verdad. En este momento disfruto de mi colección de villancicos y me siento transportada a un mundo mágico de esperanza, ilusión y, sobre todo, mucho amor.

Gracias señor por la Navidad y la magia contagiante que trae consigo. Bendice a mis doctores, a sus equipos de colaboradores, a mis amigos y, en especial, a mi familia. Lleva bendiciones, esperanza y alegría a aquellos que están solos y a los que sufren alguna carencia. Gracias por permitirme disfrutar mi Navidad número 50.  

viernes, 21 de diciembre de 2012

Inicio de una nueva era


Ayer, por fin, empecé con mi radioterapia. Así que llego al “último día del calendario maya” con mi primera dosis de radiación, preparada para acabar con un calendario de enfermedades e iniciar uno nuevo de salud plena.

A pasado casi un mes desde que me hicieron la biopsia y por una u otra razón hemos demorado mucho.

Primero, tuvimos que esperar una semana  porque el doctor radioterapista estaba enfermo – los médicos no deberían enfermarse jamás-. Luego, cuando por fin obtuve la cita con él me indicó: "Mientras abrimos su historia y hacemos los trámites del seguro vaya tomándose esta tomografía. Ya la vamos a llamar ". Pasó nuevamente una semana para obtener los resultados. Tomándole el pulso al  tiempo pedí una cita sin que nadie me hubiera llamado.  En esta nueva reunión con el doctor me explicó su plan a seguir: “Vamos a estudiar su caso y ya la vamos a llamar”. El doctor y su equipo tenían que  hacer su plan de ataque y pedir la carta de garantía. Pasaron un día, dos, tres, contemos cerca de una semana y la compañía de seguros no aprobaba la carta. La observaron tres veces por las razones más absurdas. Falta el informe de las últimas resonancias (pero si yo se las di al doctor ¡plop!), falta un informe del médico que indique que necesita la radioterapia (a falta de uno le consiguieron dos informes), queremos un informe más extenso y que nos indiquen dónde se va a realizar el tratamiento (¿pero no queda claro qué centro médico está pidiendo la carta de garantía???).

La agente de la compañía bróker de seguros que me atiende es un ángel. Ella pelea con la compañía de seguros como si yo fuera de su familia. Es súper eficiente. Pero ni con todas sus habilidades lograba mayores avances.

Me fui a la playa a relajarme un poco con mis hermanas, una escapada de Lima. Pero mi relax no fue tal, aunque debo de reconocer que la distancia siempre te da cierta perspectiva. De pronto hice click y un foco se encendió en mi mente: “Si lo que me tortura es que se pasen tantos días después de que me han hecho un raspón en la vagina y las células pueden andar dispersándose por ahí sin recibir tratamiento ¿Por qué no empiezo de una vez pagando yo misma el tratamiento?”.

Llamé al centro de radioterapia le pedí el presupuesto: Yo cubriré la primera semana, le dije pero empiezo HOY. Ahí me enteré que la primera semana era la más cara porque incluye todos los estudios de planificación, la preparación de la máquina, etc. Lo más económico eran las sesiones de radioterapia. Cada sesión de radioterapia cuesta 100 dólares, pero la cuenta llegaba a 1,600 dólares.

Al diablo con el dinero, pensé. Para casos extremos como este es que una ahorra. Este es uno de esos momentos en que una mujer puede y debe vender sus joyas si es necesario.

Así que saqué mi cita, avisé a mi broker de mi decisión y recupere el control.“Yo decido sobre mi salud”, escuchaba mi voz al teléfono. “…por la ineficiencia del seguro no voy a poner en riesgo mi vida, ya luego veremos cómo me reembolsan lo invertido… me están perjudicando y yo tengo otras opciones…”. Me volvió el alma al cuerpo y por fin pude relajarme.

Adelantamos nuestro regreso a Lima para recorrer los 70 km que nos separaban de la ciudad y atravesarla justo a la hora en que las avenidas se ponen intransitables y llegar en tiempo récord al corazón de San Isidro, en plena época navideña.

Dios estaba de mi lado, no hay duda.  La carta de garantía se aprobó milagrosamente y estuve  cinco minutos antes de la cita. Me hacen pasar con el doctor quien muy risueño me indica que todo ya está listo pero que la máquina está en mantenimiento, estaríamos empezando después de fiestas, exactamente el 26.  Y nuevamente escucho: “Ya la vamos a llamar”.

Si lo miraba por el lado bueno, de ser así podría comer rico en Navidad, pero esperar una semana más me resultaba insoportable. Para el 26 no me van a durar las marcas que me hicieron en la pelvis, le digo al doctor. Es más, las marcas ya casi están borradas porque el plástico que las protegía ya se me salió… Bajamos al área de tratamiento para que me volvieran a marcar y nos damos con la sorpresa que el acelerador lineal ya está en funcionamiento. El doctor se demora un poco pero cuando regresa me dice: “Empieza mañana”. Eso sí que fue música para mis oídos.

Así que por fin, empecé. Ayer me fui a ver una linda película “Una aventura extraordinaria”, del director Ang Lee a las 11 de la mañana -en función para periodistas- luego tuve el almuerzo navideño con mis compañeros de trabajo y de ahí volé hacia el centro de radiooncología.

Esta vez fui sola, estaba absolutamente en control de mis emociones, feliz de empezar mi tratamiento. No se siente nada, solo un zumbido como el de un moscardón y la máquina gira alrededor de tu cuerpo, se ubica en la zona de las marcas y lanza sus rayos. Lo único que tengo que hacer es mantenerme quieta. Eso es fácil.

Por la tarde fui a mi clase de “entrenamiento autógeno” y estuve a punto de salirme porque no aguanto al profesor. El entrenamiento me parece bacán, pero no soporto a las personas fanáticas que solo te repiten unas tres ideas a lo largo de 90 minutos. El principio es el mismo: la auto-curación, pero prefiero los códigos curativos. Yo tomo mi manual entre mis manos y listo. Aquí debo escuchar el mismo discurso clase tras clase para que al final en un lapso de 3 minutos hagamos el nuevo ejercicio…  ¡No vuelvo más!!!!


Señor, gracias por los pequeños milagros de cada día, gracias por los momentos de iluminación que te llevan a decir “¡Basta!” y recuperas el control. Gracias, también por los ángeles que pones en mi camino. Bendice a todos los que me rodean e ilumina mis decisiones.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Más recia que Kina Malpartida


Estoy a una semana de cumplir un año  de esta nueva aventura en contra del cáncer. Un año puede parecer muy largo o puede parecer muy corto.

A mí se me ha pasado volando. Los primeros ocho meses tuvieron un ritmo normal pero los últimos cuatro  meses han sido de locos. He hecho muchísimas cosas, como se diría he vivido a alta intensidad…

Pero ahora bajaré el ritmo. Aprovecharé las vacaciones y de aquí a marzo viviré en slow motion, quiero tener más tiempo para mí, para escribir.

Mañana me tomarán un tomografía en mesa plana para que puedan planificar bien mi radioterapia.
El miércoles me reuniré nuevamente con el radioterapista y seguramente me explicará los detalles del tratamiento. Estos son unos días muy duros para mi estabilidad emocional. Hago ejercicios para mantener el autocontrol y más o menos que lo logro, pero a ratos flaqueo.

Estoy sensible y me voy a alejar de todas aquellas personas que puedan tirar abajo mis frágiles fuerzas. Hoy estuve con mi tía más cercana, nos reunimos para orar junto a la corona de Navidad. Todo iba muy bien hasta que ella se mandó con su petición en voz alta como si yo no estuviera ahí presente, escuchando todos sus temores respecto a mi salud. Me ha afectado.

Hay personas que me apoyan de otra manera, que me ayudan a aceptar mi situación pero de una manera positiva. Mi amiga escritora que está por cumplir 80 años me cuenta que cada día es un regalo y que debo vivirlo lo mejor que pueda, que debo divertirme. Eso me da paz. Mi cuñado me ha animado a ir a un curso para controlar el stress. Espero que el gurú sea muy bueno porque yo soy un hueso duro de roer… Mi socio me ha conseguido un lote de botellas de agua alcalina con PH de 7.9 y 9.5  para ayudarme en mi tratamiento y tal vez evitar la quimio. Mi hermana me ha traído pasas chinas, unas semillas que se llaman chia, salvado de avena para limpiar mi colón y hasta un táper con quinua ya preparada para asegurarse que me estoy alimentando bien, en fin…por ayuda no me quedo.

Mis compañeras de trabajo se han confabulado entre ellas para evitar que tome gaseosa. Estuve dos días con dolor de cabeza y yo sabía que se me pasaría si tomaba una coca cola. Aproveché un descuido de ellas y santo remedio. Adiós dolor de cabeza. Pero claro, en estos días de tanta tensión   saber si el dolor de cabeza es por síndrome de abstinencia de las gaseosas, si porque empecé los códigos curativos y el dolor de cabeza es señal de que me estoy sanando o si la cabeza me duele porque durante la noche he apretado terriblemente los dientes…

Mañana empieza la semana, ojalá empecemos con el tratamiento también.


Señor, gracias por cada nueva oportunidad que me das de replantearme mi vida y ser mejor persona. Dame fuerzas para afrontar esta nueva etapa de lucha e ilumina a los médicos para que encuentren la mejor forma de tratarme. Bendice a todos mis ángeles terrenales que me acompañan y me alientan cada día, por favor.

martes, 4 de diciembre de 2012

Nuevamente… ¡al ataque!!!


En 19 años como paciente oncológica puedo dar fe de cómo avanza la ciencia en beneficio de un buen diagnóstico o a favor de mayor exactitud y precisión durante el tratamiento.

En mis primeras dos experiencias de lucha contra el cáncer (años 1993-94  y 1997) recuerdo que enfrentar el día de control era un acto heroico. El oncólogo  me pedía un examen de sangre completo y un marcador Ca 125, una placa de tórax y una ecografía abdominal-pélvica. Además me hacía un examen clínico minucioso en busca de ganglios inflamados o alguna otra señal.

Esos minutos de silencio durante los cuales el doctor, leía los informes y observaba las imágenes se me contenía la respiración. Y cuando por fin el médico me decía “Vamos bien” o algo así, me retornaba el alma al cuerpo. Al principio estos controles eran cada tres meses, luego cada cuatro, luego cada seis y por último cada año. Hubo momentos terribles en que me enfermaba días previos a la fecha del control. 

Mis nervios me traicionaban. Si en esa época me hubieran dicho que alguna célula había escapado al tratamiento me hubiera desmoronado y entrado en crisis.

Hoy podría decir que mi peor miedo se ha hecho realidad. Durante el último control me han detectado dos pequeños nódulos que han escapado al tratamiento o que se han desarrollado una vez concluido este. Han pasado seis meses de mi última quimio y esta es la novedad.

Sí, estoy enfrentando un momento difícil, pero no me siento agobiada. Esta nueva tecnología del diagnóstico por imágenes ya venía mostrando cierta situación que se interpretó inicialmente como la huella de mi operación anterior, pero ahora ha mostrado una señal de alarma. Han pasado solo 20 días y ya me extrajeron uno de los nódulos, ya lo analizaron y ya estoy por iniciar un nuevo tratamiento. Esto es lo que se llamaría un diagnóstico precoz. En otras épocas este nódulo no se hubiera detectado hasta que hubiera presentado molestias y la ecografía solo hubiera detectado aquella actividad visible para ese método.

No me gusta creer que todo lo que aparece en la resonancia es cierto. Me gustaría pensar que mi cuerpo se va a defender solo y que podría desaparece el nódulo por su cuenta. Quisiera apostar que si esperamos unos meses tal vez cambie el panorama, pero para qué arriesgarme.

En estos días me tomarán una tomografía especial para que sirva de guía para la radioterapia, de modo que puedan atacar localizadamente  la zona afectada. Ahora estoy en manos de un radioterapista, un doctor que también trabaja en el INEM y que se une a mi equipo de salvadores.

He empezado nuevamente a realizar los códigos curativos, estoy trabajando el autocontrol. Mi frase del día es “Puedo triunfar o puedo fracasar, pero al menos sabré que el miedo no me paraliza. Confío en la vida y en la voluntad de Dios”. Así sea.


Gracias, Señor por los avances de la ciencia, por los doctores que no escatiman su tiempo, porque no soy una historia clínica ni una estadística más. Para todo el equipo médico soy Miski o Miskita (en diminutivo). Todos me saludan, me apoyan, me alientan y se preocupan sinceramente por mí. Gracias, Señor, por tantas bendiciones.