sábado, 24 de noviembre de 2012

Feminidad herida


Hace un par de días, tal vez tres, asistí a la cita con mi ginecólogo oncólogo para que me extrajera el nódulo que se ha manifestado al fondo de la vagina.

Si alguna vez has ido al ginecólogo y te han hecho el papanicolaou, ya te imaginarás la situación. Solo que esta vez había un monitor de TV y otro aparato que no sé que era.

Bien tapada con mi batita estaba yo tendida en la camilla esperando que me anestesiarán o me inyectaran un relajante cuando el doctor atacó, empezó a introducirme el espéculo (así se llama ese horrible aparato) y por supuesto no entraba…

-“Relájese” me decía la enfermera, pensando que con su voz dulce  llegaría disipar mis peores miedos y temores.

-“¡AY!!” -era mi respuesta- ¡AUUUUU!, ¡AUCHHHH!, ¡AYYYYY!

De pronto se manifestó el doctor furibundo:

-Así no vamos a poder continuar… si no aguantas ni que te ponga el espéculo imagínate si sangras y te tengo que cauterizar…

-Pero, doctor, ¿no me va  a anestesiar??? -Pregunta ingenua, mi médico había decidido proceder "al natural”, sin mi consentimiento.

-El único dolor que se aguanta es el ajeno- dijo el doctor algo conciliador- Vamos a tener que sedarte.- Perfecto, pensé, ahora sí me inyectarán algo, pero no. De pronto escuché- Cámbiate, tenemos que pedir sala, aquí no puedo hacerlo.

¿WHATTTTTTTTTTTT???????????? ¿Qué pasó? ¿De qué me perdí? Si no podía hacerlo ahí, ¿qué hacíamos ahí…??       

-Cámbiate -me ordenó la enfermera.

Los ojos se me llenaron de lágrimas y me eché a llorar. Encerrada en el bañito-cambiador, lloré, lloré y lloré…. Mi feminidad había sido ofendida. Un tractor había pasado encima de mí y yo no me había dado cuenta.

El espéculo no me entraba ¿y yo tenía la culpa? WHATTTTT???? Todo sonaba a que yo era una caprichosa y le estaba haciendo perder el tiempo al doctor. Pero yo había sido muy clara y le había insistido en que me anestesiara porque ya había sido torturada en una experiencia anterior con otro médico. Me habían hecho una biopsia y casi me muero del dolor. “No quiero que me torture, doctor”, le había dicho claramente pero él no había entendido. O no quiso entender.

Quince minutos después, salí con mis ojos hinchados y la nariz roja, dispuesta defender mi cuerpo de cualquier agresor. Pensé que este también es un tipo de violencia contra la mujer, una violencia clínica, tal vez de emergencia oncológica… pero violencia. Me acordé hasta de Foucalt y los mecanismos de control del estado, pensé que “el Estado cree que el cuerpo de las mujeres les pertenece”. Mi doctor como trabaja en  Neoplásicas, que es un hospital el Estado pensará que puede decidir sobre las vaginas ajenas. Pudo haber tener la mejor de las intenciones en apurarse a extraer el nódulo y hacer el análisis patológico que necesitamos para que podamos seguir evaluando mi caso y hacer el tratamiento correcto. Pero de ahí a decidir sobre mi cuerpo y sobre mi dolor... no considerar mi voluntad… ¡Oh, craso error!! Esta vagina es mía y estoy dispuesta a defenderla hasta las últimas consecuencias.

Alguien le tiene que decir a los médicos ginecólogos, que las vaginas son de las mujeres, no del Estado, y que no es verdad que no se sienta dolor. Si son el centro del placer, cómo no van a sentir dolor… Pienso en la consulta con el dentista. En todo momento te ponen anestesia aunque no quieras Pero por qué los ginecólogos no nos ponen anestesia.

Ya me cansé de someterme en silencio a estas revisiones humillantes. Algo tiene que cambiar…Yo no soy una cosa, soy una persona. Y si  los médicos piensan que el dolor es imaginado o no lo es tanto, porque le cuerpo de la mujer está hecho para soportar el dolor del parto. Entonces que se metan el espéculo por donde les quepa, sin vaselina y sin anestesia, y después me dicen si duele o no.


Gracias, Señor por la claridad  que nos llega después de los peores momentos de turbación. Dame fuerzas para luchar por los derechos de la mujer frente a la consulta ginecológica e ilumina a los doctores para que nos comprendan.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Increíblemente evasiva


Mañana tengo cita con mi oncólogo. La cita de los seis meses. Así que esta semana ha sido tensa, con exámenes médicos de por medio y la cita pendiente con mi ginecólogo.

Lo habitual habría sido que estuviera llena de ansiedad por la cita de mañana, pero no. El martes me llevé una gran sorpresa cuando fui a la cita pendiente con el ginecólogo-oncólogo. Yo empecé con mi rollo de la orina que se me escapa - que ya es un problema que lleva tiempo, incluso antes del tratamiento-, pero que el problema es que ahora es de color rojizo lo que me hace pensar que tengo arenillas, aunque el examen de orina descartó que hubiera sangre. “Repetiremos el examen” fue todo su comentario.Pasemos a revisarte”.

Y ahí estaba yo en la camilla, dando el consentimiento para que tomaran el papanicolau  cuando el doctor me dijo “lo que pasa es que aquí tienes un nódulo – ¡¡¿¿CÓMO????!! Grité yo para mis adentros, no era que hace tres meses él mismo me había jurado que se trataba de la cicatriz de mi histerectomía?????? Hellooooo!!!!-, se ha empezado a manifestar”, continuó imperturbable como si habláramos de un nódulo que hubiera estado ahí toda la vida. Esto es lo que está sangrando, no necesitas repetir el examen de orina. Ya puedes cambiarte”.

El mundo giraba en cámara lenta, a mí me costaba hilvanar las ideas. Uno, la cicatriz ya no es cicatriz, ahora es el nódulo. O sea la resonancia tenía razón, solo que tres meses después se ha manifestado… Dos, hace dos meses que me viene sangrando el nódulo (por la vagina) y yo creía que era la orina que se escapaba- Imposible que yo no sepa diferenciar una cosa de la otra a estas alturas de mi vida… Tres, ¿será una trampa de mi mente…convencerme a mi misma de que se trata solo de orina colorada en vez de sangre vaginal? Sé que desarrollamos mecanismos de defensa para enfrentar la realidad, pero este sería un mecanismo para evadirla.

Cuando volví a mi asiento frente al escritorio del doctor me sentía tan abochornada. “Pensará que soy una tarada…” resonaba en mi mente cuando el doctor dijo: “¿cuándo puedes venir para hacerte una biopsia? ¡Es urgente!”

El mundo no colapso, pero sentí una gran confusión. Sentía rabia, mucha rabia, quería pegarle un puñete al doctor por haberme dado falsas expectativas con respecto al nódulo hacía tres meses. También sentí desazón porque mi tratamiento vegetariano no había dado el resultado previsto –o tal vez sí, ¿quién sabe-.

Salí de la consulta y me olvidé de ser vegetariana, me desquité con un plato de arroz con pollo, luego con un sándwich de pollo, pero no los disfruté. Me he atragantado de gaseosas sin culpa, ya que no es un problema de orina sino de otro tipo – del peor tipo.

Mañana iré al oncólogo, veremos los resultados de mi resonancia y de los exámenes de sangre y discutiremos los pasos a seguir. Por lo pronto parece que el lunes me hacen la biopsia. De ahí habrá que esperar algunos días para tener los resultados y saber de qué se trata esta vez.

Mientras tanto rezaremos.

Gracias, Señor, porque estoy bien y en buenas manos a pesar de las malas noticias. Ilumina a mis doctores para que tomen las decisiones acertadas y dame fuerzas para afrontar la realidad por dura que esta parezca. Prometo poner todo de mi parte para salir adelante.