Debo reconocer que el doctor ha establecido una dosis óptima,
porque los estragos son mínimos.
El mayor malestar de esta última quimio ha sido el reflujo. Felizmente
me agregaron un medicamento extra a la hidratación y me recetaron Dislep para
la casa cada 12 horas y con eso se contuvo.
Otra molestia que he sentido me la producen las vacunas de Filgrastín,
básicamente sensación de fiebre y dolor de huesos que me obligan a tumbarme a
descansar, pero se trata de un sacrificio de cinco días a cambio de que mis
leucocitos suban y resistan los medicamentos
para poder recibir el refuerzo
que termina por tumbarlos pero en límites tolerables.
Realmente no tengo de qué quejarme, como bien, me doy
gustitos cada vez que mi cuerpo me lo pide y le he perdido el miedo a la
diarrea. Ahora sé que la diarrea me va a acompañar como o no coma, o dicho con mayor
precisión, coma dieta o no. Siempre tengo a la mano una bebida con electrolitos
y así voy tolerando mejor ese cansancio
tremendo que me puede llegar a producir.
Como me he sentido tan bien, estoy pensando cómo voy a pasar
mi cumpleaños, tal vez me anime a hacer algo, tal vez un almuercito familiar,
algo íntimo pero con alegría. Justo esa semana descanso de la quimio, así que
tendré energías y buen apetito. El año pasado me pusieron mi última quimio
justo para mi cumpleaños número 50 y aunque estaba feliz porque ya terminaba el
tratamiento, tuve que dejar de celebrar como me hubiera gustado. Ya habrá
ocasión más delante de celebrar a lo grande.
Por ahora ando ocupada penando en cambiar mi auto por uno
automático porque manejar es realmente una tarea ardua. El timón me pesa, el
freno y el embrague me cansan, mis reflejos andan lentos. De momento no manejo,
me movilizo en taxi-remisse. Tengo un amigo que lleva, me trae, voy feliz en un
auto nuevo con aire acondicionado y todo. Me siento como una reina, como la
reina que soy…
También tengo la mente ocupada en escribir, en soñar y
desarrollar proyectos que me puedan servir a futuro. En estos días tengo muchas
ideas, quiero hacer muchas cosas como Miski Guerrera, quiero colaborar con mi
granito de arena. Y además están los trámites laborales, presentar los documentos
para el descanso médico y estar pendiente para que no me vaya a dejar sin mis
haberes en el trabajo. El mes pasado no me pagaron algunos días y este mes me
tienen que reintegrar.
Anoche, me fui a acostar muerta de cansancio. Me tendí en la
cama, me relajé y reconocí la sensación.
¡INSOMNIO!!! El cuerpo agotado y la mente despierta bullendo a mil por hora.
Luché contra el insomnio con mis aceites relajantes (Oleo 32 de Just),
ejercicios respiratorios, etc. pero fue en vano. A la 1.30 de la madrugada ya
me encontraba explorando las redes sociales, revisé mis correos pendientes,
organicé mis pendientes, hasta que ala 3.30 am ya estaba lista para dormir. La
mente estaba ligeramente aletargada pero mi cuerpo ya no daba más.
Este insomnio no es producto de mis angustias personales, es
efecto de la Dexametasona que me colocan. Es un Insomnio diferente. Es un
estado de aceleración especial, tengo mucha mayor lucidez que la habitual. La
Dexametasona es una droga que sirve para muchas cosas, pero yo siento
claramente que estoy drogada. Voy a pedir que me revisen la dosis, no vaya a ser
que me acostumbre al avivamiento de la Dexametasona que es mil veces más
potente que el café (que no consumo hace años) o la coca-cola.
Ahora estoy pagando las consecuencias. El efecto ya pasó.
Acabo de terminar el desayuno y tengo que volver a la camita porque se me cierran
los ojos.
Señor, gracias por
este tratamiento que tolero como si fuera el más benigno. Gracias por la fuerza
y coraje que me das para ayudarme a mi misma y ayudar a los que me rodean.
Bendice a todo el equipo de quimioterapia, a las enfermeras, las técnicas, la
doctora que revisa nuestro caso cada día de tratamiento.