Hace más de un mes que no escribo, debería decir hace más de
un mes que estoy esquivando la realidad. Estoy abrumada con mis pensamientos y
mis temores. No quiero pensar, no quiero hablar, que nadie me pregunte nada…
La espera de casi dos meses para enfrentarme a mis nuevos
resultados ha sido dura pero por fin terminará mañana.
Mañana tengo cita con mi oncólogo, la cita de los 3 meses…
ahora con un petscan que va a mostrar si hay actividad tumoral o no en mi
cuerpo.
No quiero saber!! No quisiera saber nada!! Pero debo ir a mi
cita. Tal vez todos estos temores son infundados pero no puedo dejar de
considerar que los resultados pueden ser diferentes a lo que yo quiero oír.
A partir de mañana me esperan muchas decisiones que he postergado
porque no estoy segura de nada.
Me doy cuenta que he perdido la fe, la confianza o la
esperanza. No hay nada que yo pueda
hacer para cambiar los resultados que ya están esperando que los recoja.
Debería relajarme y aceptar la voluntad de Dios o el rumbo del destino.
En este momento quisiera escaparme a otra dimensión y
empezar de nuevo en otra piel, si es que se pudiera. Qué lindo sería habitar
otro cuerpo sin riesgos ni amenazas, pero no es mi caso.
Esta guerrera está escondida en la trinchera esperando el
toque de diana para reaccionar por fin. Mientras tanto digamos que estoy en stand-by.
Gracias , Señor, por
el valor que me vas a dar –estoy segura-
para afrontar las nuevas novedades de mi estado de salud. Gracias por la
tecnología que permite ver cada rincón de mi organismo, pero valgan verdades…
me muero de miedo.