Estar en casa después de 12 días en la clínica es como
recaer en un remanso de paz.
Había estado gestando una infección subcutánea sin saberlo.
Cuando se manifestó la fiebre y un dolor abdominal pensaron que se trataba de
una infección urinaria pero tuve que esperar un día más para que me hicieran
una ecografía. Ese fue el día más largo, me sentía pésima, yo solo quería que
me internaran y me reanimaran de alguna manera. En cuanto el médico me vio y se
enteró, que me había empezado a destilar materia de un espacio de mi cicatriz
operatoria de hace más de un año, me enviaron a emergencia.
Análisis de todo tipo, resonancias, junta de médicos,
antibióticos y más antibióticos.
Pasé de drogui permanente a más animada en unos tres días,
cuando la fiebre se controló, entonces ya me sentí mejor.
Me sentía como secuestrada por la enfermedad y muy vulnerable.
La medicina biológica que me colocan en vez de quimioterapia,
podía haber causado una fístula entre mi intestino y mi pared abdominal. Oh,
no!! Septicemia!! Urgente una colonoscopía para cerrarle el conducto.
Felizmente no se trató de eso, se trató de algo localizado que no merecía que me
sometieran a ninguna intervención quirúrgica. Gracias a Dios!!!
Uno aprende muchas cosas en estos incidentes. De pronto te
muestran tu realidad, tal cual. Sí, tengo un cáncer controlado, el AVASTIN, la medicina
biológica maravillosa queme colocan impiden que los tumores generen tejidos y
así los mantienen a raya, pero ¿qué pasa si necesitas una operación, un simple
cortecito?? Hay que esperar cinco semanas para realizarla sin riesgos.
En estos días he pensado mucho, realmente mucho. Hay dos
formas de luchar, he leío en un libro que me enviaron en pdf. Una es de forma
pasiva, esperando la ayuda externa dela medicina – y no está mal-, la otra es
desde dentro con mis fuerzas, mi energía ,mi determinación y, por supuesto, con
la ayuda de Dios.