Han pasado 30 días y no me provocaba escribir para el blog.
Yo me preguntaba por qué. Una amiga me sugirió “tal vez porque ahora te sientes
más cerca de la vida que de la muerte”. Me quedé pensando.
He estado muy preocupada de empezar el año forjando hábitos
favorables para organizar mi día. Escribir por las mañanas, almorzar sano. Ordenar
todo lo que pueda antes de que vuelva a trabajar y por las tardes vida social:
Cine, amigas, natación tres veces por semana.
Ahora sí estoy disfrutando mis vacaciones. Mi cuerpo está
más fuerte, la natación me está ayudando bastante. Me siento más serena también
y duermo como bebé…
Después de ocho meses de descanso médico volví al trabajo
pero no era suficiente. Las secuelas de atravesar una experiencia tan dura a
nivel físico y emocional requieren más tiempo. Al menos en mi caso.
Hoy es el
último día de enero y me siento tranquila. No siento ese terror a volver al
trabajo y que me gane el sistema y termine descuidando mi salud.
Se podría decir que estoy de vacaciones desde el 21 de noviembre en que subí al avión y me fui
a Buenos Aires por tres semanas. También me fui a Punta Cana, tres días de sol,
mar, aire puro, yoga y baile a la orilla del mar, he bailado salsa, merengue y bachata… me he
reconciliado con mi cuerpo, mi mente descansó. Es imposible pensar en una playa
paradisíaca… Mi espíritu se tomó un descanso también, se purificó. Siempre es
bueno estar fuera, no solo fuera, lejos. Eso nos da la distancia necesaria para
ver las cosas de otra manera.
No tomaba
vacaciones en dos años así que he tenido muchos días para reponerme. Y estos 30 días libres han sido una verdadera bendición. Me doy cuenta que puedo ser feliz, que podré serlo. Ya estoy
más fuerte.
Extraño enseñar, esa es una parte bonita de mi vida, pero es
demandante. Hay que enseñar sintiéndote bien, pudiéndote dar al 100% -o al
menos al 80%-.
La vida está ahí esperándome con mil calles para pasear, mil
tentaciones para comer, amigos y familia con quienes compartir y sueños, muchos
sueños para nuevos proyectos y forjarme el futuro que yo quiera.
Gracias, Señor, por el
tiempo que todo lo cura, por las leyes laborales que te asignan 30 días de vacaciones
por año trabajado, por el derecho a
descanso médico con goce de haber. Gracias por la sabiduría que surge fruto del caos de la confusión. Muchas gracias.
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