sábado, 1 de junio de 2013

Recién graduada

El jueves pasado celebré mi “graduación”, es decir el fin de mi quimioterapia. Gracias al apoyo de mi hermana me animé a celebrarlo y realmente fue una buena idea.

Al terminar mi hidratación se reunieron en la sala de quimio todas las enfermeras y auxiliares, para brindar y compartir; hasta mi oncólogo llegó para la foto. Fue un momento emocionante porque, como dijo mi hermana, celebramos haber llegado a una meta: cumplir los seis ciclos de quimio. Algo que a mí me parecía muy difícil. También hablaron de la valentía que implicaba seguir el tratamiento y de mi alegría y buen ánimo en todo momento.

Estos discursos rompieron el hielo y al rato los ocho pacientes que estábamos en la sala estábamos charlando, compartiendo y riendo.

Cuando me despedí, me fui contenta de haber culminada esta etapa con éxito y  satisfecha porque los demás pacientes se quedaron más animados y motivados a seguir adelante. Una señora me dijo “eres la primera persona que conozco que ha terminado su tratamiento y está tan bien…” ese sí que fue un piropo.

La graduación es un acto simbólico, el proceso de la quimio sigue con sus efectos: la diarrea y el cansancio. Solo que como ya sé que es la última sesión, lo tomo con mayor naturalidad.

Ahora, empieza otra etapa. Debo concentrarme en recuperarme. Preocuparme un poco más por mi alimentación y hacer ejercicio. Poco a poco este primer mes hasta la cita del 21 de junio, en que me evaluarán con una resonancia magnética y análisis de sangre. Ese día confirmaremos que todo este esfuerzo ha valido la pena. De ahí en adelante ya será otra historia.




Señor, gracias por las celebraciones que nos levantan el ánimo y alientan el espíritu.

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