viernes, 21 de diciembre de 2012

Inicio de una nueva era


Ayer, por fin, empecé con mi radioterapia. Así que llego al “último día del calendario maya” con mi primera dosis de radiación, preparada para acabar con un calendario de enfermedades e iniciar uno nuevo de salud plena.

A pasado casi un mes desde que me hicieron la biopsia y por una u otra razón hemos demorado mucho.

Primero, tuvimos que esperar una semana  porque el doctor radioterapista estaba enfermo – los médicos no deberían enfermarse jamás-. Luego, cuando por fin obtuve la cita con él me indicó: "Mientras abrimos su historia y hacemos los trámites del seguro vaya tomándose esta tomografía. Ya la vamos a llamar ". Pasó nuevamente una semana para obtener los resultados. Tomándole el pulso al  tiempo pedí una cita sin que nadie me hubiera llamado.  En esta nueva reunión con el doctor me explicó su plan a seguir: “Vamos a estudiar su caso y ya la vamos a llamar”. El doctor y su equipo tenían que  hacer su plan de ataque y pedir la carta de garantía. Pasaron un día, dos, tres, contemos cerca de una semana y la compañía de seguros no aprobaba la carta. La observaron tres veces por las razones más absurdas. Falta el informe de las últimas resonancias (pero si yo se las di al doctor ¡plop!), falta un informe del médico que indique que necesita la radioterapia (a falta de uno le consiguieron dos informes), queremos un informe más extenso y que nos indiquen dónde se va a realizar el tratamiento (¿pero no queda claro qué centro médico está pidiendo la carta de garantía???).

La agente de la compañía bróker de seguros que me atiende es un ángel. Ella pelea con la compañía de seguros como si yo fuera de su familia. Es súper eficiente. Pero ni con todas sus habilidades lograba mayores avances.

Me fui a la playa a relajarme un poco con mis hermanas, una escapada de Lima. Pero mi relax no fue tal, aunque debo de reconocer que la distancia siempre te da cierta perspectiva. De pronto hice click y un foco se encendió en mi mente: “Si lo que me tortura es que se pasen tantos días después de que me han hecho un raspón en la vagina y las células pueden andar dispersándose por ahí sin recibir tratamiento ¿Por qué no empiezo de una vez pagando yo misma el tratamiento?”.

Llamé al centro de radioterapia le pedí el presupuesto: Yo cubriré la primera semana, le dije pero empiezo HOY. Ahí me enteré que la primera semana era la más cara porque incluye todos los estudios de planificación, la preparación de la máquina, etc. Lo más económico eran las sesiones de radioterapia. Cada sesión de radioterapia cuesta 100 dólares, pero la cuenta llegaba a 1,600 dólares.

Al diablo con el dinero, pensé. Para casos extremos como este es que una ahorra. Este es uno de esos momentos en que una mujer puede y debe vender sus joyas si es necesario.

Así que saqué mi cita, avisé a mi broker de mi decisión y recupere el control.“Yo decido sobre mi salud”, escuchaba mi voz al teléfono. “…por la ineficiencia del seguro no voy a poner en riesgo mi vida, ya luego veremos cómo me reembolsan lo invertido… me están perjudicando y yo tengo otras opciones…”. Me volvió el alma al cuerpo y por fin pude relajarme.

Adelantamos nuestro regreso a Lima para recorrer los 70 km que nos separaban de la ciudad y atravesarla justo a la hora en que las avenidas se ponen intransitables y llegar en tiempo récord al corazón de San Isidro, en plena época navideña.

Dios estaba de mi lado, no hay duda.  La carta de garantía se aprobó milagrosamente y estuve  cinco minutos antes de la cita. Me hacen pasar con el doctor quien muy risueño me indica que todo ya está listo pero que la máquina está en mantenimiento, estaríamos empezando después de fiestas, exactamente el 26.  Y nuevamente escucho: “Ya la vamos a llamar”.

Si lo miraba por el lado bueno, de ser así podría comer rico en Navidad, pero esperar una semana más me resultaba insoportable. Para el 26 no me van a durar las marcas que me hicieron en la pelvis, le digo al doctor. Es más, las marcas ya casi están borradas porque el plástico que las protegía ya se me salió… Bajamos al área de tratamiento para que me volvieran a marcar y nos damos con la sorpresa que el acelerador lineal ya está en funcionamiento. El doctor se demora un poco pero cuando regresa me dice: “Empieza mañana”. Eso sí que fue música para mis oídos.

Así que por fin, empecé. Ayer me fui a ver una linda película “Una aventura extraordinaria”, del director Ang Lee a las 11 de la mañana -en función para periodistas- luego tuve el almuerzo navideño con mis compañeros de trabajo y de ahí volé hacia el centro de radiooncología.

Esta vez fui sola, estaba absolutamente en control de mis emociones, feliz de empezar mi tratamiento. No se siente nada, solo un zumbido como el de un moscardón y la máquina gira alrededor de tu cuerpo, se ubica en la zona de las marcas y lanza sus rayos. Lo único que tengo que hacer es mantenerme quieta. Eso es fácil.

Por la tarde fui a mi clase de “entrenamiento autógeno” y estuve a punto de salirme porque no aguanto al profesor. El entrenamiento me parece bacán, pero no soporto a las personas fanáticas que solo te repiten unas tres ideas a lo largo de 90 minutos. El principio es el mismo: la auto-curación, pero prefiero los códigos curativos. Yo tomo mi manual entre mis manos y listo. Aquí debo escuchar el mismo discurso clase tras clase para que al final en un lapso de 3 minutos hagamos el nuevo ejercicio…  ¡No vuelvo más!!!!


Señor, gracias por los pequeños milagros de cada día, gracias por los momentos de iluminación que te llevan a decir “¡Basta!” y recuperas el control. Gracias, también por los ángeles que pones en mi camino. Bendice a todos los que me rodean e ilumina mis decisiones.

1 comentario:

  1. Año Nuevo, vida nueva; ya empezaste a tomar decisiones excelentes. Todo va a salir bien, Miski.

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