lunes, 13 de mayo de 2013

¡Golpeada, pero no vencida!!!


En esta segunda parte del tratamiento estoy sintiendo claramente los efectos del Docetaxel en mi organismo. Cada día me siento más cansada. Y casi no hago nada en el día. Me he vuelto muy reservada con mis energías.

Solo salgo si me recogen en auto. No tengo fuerzas para ir a la esquina y parar un taxi. ¡Eso cansa!!! De vez en cuando me aventuro a una caminata de 3 ó 4 cuadras, es decir dos de ida y dos de vuelta y con eso tengo más que suficiente.

Estoy convencida que el efecto es acumulativo. Si para mi cuarta quimio estaba en un 30% de mi capacidad, me equivoqué al suponer que así seguiría luego de la quinta. Ahora debo estar a un 20% de mi capacidad si no es menos.

Me da miedo pensar que con la sexta quimio ya no pueda levantarme de mi cama y tenga que quedarme en reposo, pero a veces siento que mi cuerpo ya no puede más.

Hay mañanas en las que quisiera quedarme en mi cama y no meterme a la ducha, pero yo misma me sobrepongo y me animo. Ayer celebramos el Día de la Madre y tuvimos una pequeña reunión en casa, un lonchecito… resultado: hoy no podía levantarme. Tomé desayuno y volví a recostarme. Recién al mediodía me metí a la ducha, fue un acto heroico.

No puedo quejarme porque nada me duele, no siento náuseas, no tengo gases, el estómago me funciona bien (salvo la diarrea de los días 4to. y 5to.), como de todo, incluso chocolate, pero las fuerzas me fallan.

A estas alturas del tratamiento no puedo imaginarme lo que sería de mí si no tuviera a mi papá y no me hubiera mudado con él. Todos los días doy gracias a Dios porque este hombre de 80 años está sano, fuerte y puede cuidarme. Él hace todo lo que yo no puedo hacer… y me engríe. Me compra mi cuy, o el vaso (de res) o me trae algún antojito para comer. También se preocupa de comprarme bebidas rehidratantes o gaseosas cuando me da la diarrea.  Él lleva la casa con todo lo que supone tener a una enferma en casa. Yo solo me concentro en recuperarme. Es un ángel, el mayor de todos los ángeles que ios ha puesto en mi camino.


Gracias, Señor, por el ánimo que no pierdo y por las fuerzas que aún me quedan. Gracias por mis ángeles. Bendícelos y protégelos de todo mal. Amén.

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