viernes, 9 de marzo de 2012

La banda del choclito al acecho


He estado muy ocupada estos días porque, conforme a mis planes, encontré la casita de mis sueños, así que me aventuré en una compra inmobiliaria. Arrebaté a otros compradores el inmueble y ofrecí el pago de arras. Fácil decirlo, pero a la hora de la verdad vinieron los problemas. Todos mis ahorros estaban en diferentes bancos, y la mayoría en soles, cuando el pago tenía que ser en dólares porque pagar al cambio me iba a salir muy caro.

Así que asesorada por la asesora inmobiliaria me fui a una casa de cambios y les pedí hacer la transacción en el banco. Pensé hacerlo en San Isidro, pero mi cuñado me consiguió un mejor tipo de cambio, así que me aventuré a Lince, donde me esperaba un emprendedor financiero de padres peruanos pero con nombre americano. Al principio pensé cambiar solo el monto de las arras, pero al ver que tendría que hacer este proceso una vez más para completar el pago de la  inicial, me decidí a comprar casi 30 000 dólares de un porrazo. Steve -así se llama el pata- me presentó a uno de sus secuaces – perdón, colaboradores- un moreno, quien me acompañaría al banco y haría el depósito en mi cuenta de dólares mientras yo retiraba el efectivo. Así, nos subimos al auto rumbo a un banco alejado donde no lo reconocieran como cambista. “Usted me llama cuando le entreguen el efectivo para ayudarle a contar”, me dijo mirando al frente mientras esperábamos en la cola.

Yo me acerqué al ventanilla y la cajera me preguntó “¿Se lo lleva en efectivo? Va a demorar unos quince minutos obtener el dinero. Tome asiento, yo la llamo” me dijo, mientras se quedaba con mi tarjeta y mi DNI. Me acerqué discretamente a mi acompañante y le entregué el número de mi cuenta en dólares para que hiciera el depósito, pero él insistía en no mirarme y decir “Aquí hay cámaras…”. 

Como no me llamaban, y él tampoco hacía el depósito. Le pregunté si desconfiaba o si las órdenes habían sido que primero yo retirara el dinero. Sonrió y, luego de evitar las cámaras, se animó a hacer la cola. Ya sabía yo que me iban a llamar justo cuando él estuviera ocupado y no me pudiera ayudar a contar el dinero.

Así fue. El moreno aun estaba en la ventanilla de al lado cuando me llamaron. La cajera me miró disimuladamente pero con insistencia. Sobre el escritorio tenía el dinero y una impresión de mis datos personales, mi foto y mi firma, para comprobar si yo era yo.  “Procedencia del dinero…??” “ Mis ahorros”. “¿Motivo del retiro…” “Voy a hacer una compra”. “¿Dónde trabaja…?”…

Finalizado el interrogatorio me retó: “¿Lo va a contar? Al tiempo que retiraba el fajillo que cubría los billetes. “Por supuesto” le contesté. Me pasó uno de los fajos. “20,000”, yo le retiré la liga y ¡PLOP!! Los billetes se iban por cualquier lado, yo contaba una y potra vez y cada vez me daba un resultado diferente… ¡Socorro!!! gritaba para mis adentros. “Y este hombre que me iba a ayudar a contar… #&@#%=&%!!!!!!!!”.

Pero el pobre moreno estaba siendo crucificado por la otra cajera, yo escuchaba que él le decía que era “asesor de ventas” y algo le recriminaba la cajera, que él estaba infringiendo algún reglamento… hasta que de pronto le preguntaron por el número de mi DNI. Yo imperturbable le extendí mi DNI al moreno que casi se desmaya. Entonces las cajeras intercambiaron miradas.

Cómo sería la situación que la cajera se ofreció a contar mi dinero, muy pausadamente de 25 en 25 para que yo pudiera observar. En eso estábamos pero yo no podía concentrarme. En mi mente reproduje la escena que protagonizábamos y  caí en la cuenta que el moreno y yo parecíamos dos secuaces de la banda del choclito. Yo con mi peluca pelirroja, no lucía igual a la foto de mi DNI y el moreno hablando cualquier cosa por no decir que era cambista.

No tengo idea cómo ni qué contestó el pobre hombre al interrogatorio, solo sé que la cajera terminó de contar los soles antes de que él pudiera retirarse de la ventanilla con el voucher del depósito en mi cuenta. Así que como broche de oro tuvimos que ocultarnos en el módulo para hablar por teléfono del banco y allí el moreno dio muestras de su habilidad para contar esos cuatro bodoques de dinero en tiempo récord.

Cuando salí del banco, me dolía la cabeza, no por temor a que me asaltaran sino porque estaba convencida de ser una integrante peligrosa de la banda del choclito. Seguro que mi foto ahora figura en alguna base de datos policial.

Señor, bendice a los cambistas honrados que son maltratados en la banca oficial, bendice también a todos los que me han ayudado con su buena voluntad para estirar mi dinero. Sobre todo a los de mi seguro, que sin haberme dado el pase, no podría afrontar esta compra. Dame fuerzas para aprender a confiar y no juzgar a la gente por su apariencia…aunque asusten...

4 comentarios:

  1. ¡Felicitaciones!
    Espero ser invitada a la inauguración.
    Abrazos.

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  2. Será el inicio de una nueva etapa,inauguraremos más que una casa... una nueva vida.

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  3. Felicitaciones!!!!! me sigo riendo pensando en la situación un beso!!!

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  4. Hay que reírse, querida amiga. Como siempre repetía Alonso Alegría en las clases de dramaturgia: "la realidad supera la ficción".

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