Hace un par de semanas salí del país por unos días, tenía un
compromiso ineludible en los Estados Unidos. La fecha fue más que providencial,
coincidía con la tercera semana de tratamiento, es decir con la semana en que
tengo energías. No obstante estaba nerviosa.
El mismo día del viaje, mi oncólogo me recibió para revisar mis
análisis, la hemoglobina estaba en 11 y los leucocitos en 4,000. “Todo bien”,
me dijo, “puedes viajar”. Yo iba a viajar de todas maneras con mascarilla, tal
vez con las defensas reforzadas por alguna vacuna o algo así. Pero no fue
necesario.
Saber que al día 11 del tratamiento, en que se supone que tu
cuerpo está al nivel más bajo de defensas, te digan que no estás tan mal me dio
mucha fuerza para salir a cumplir con lo mío. Me fui feliz, orgullosa,
sintiéndome fuerte –increíblemente fuerte.
Llevé una maleta pequeña y un bolso de mano tal vez más
grande. Ahí llevaba todo lo importante: mi notebook,
el cargador, las copias de mi ponencia, las cartas de invitación por si los gringos
se ponían pesados, mis joyitas, mis medicamentos y, por supuesto mi peluca.
Había decidido viajar cómoda y además cuidar de mi nueva cabellera.
Estaba recién peinada y yo no quería que los rulos naturales llegaran
aplastados ¡De ninguna manera!
Pregunté si había que declarar la peluca por temas de
seguridad, me dijeron que no, así que la empaqueté bien para que no se chancara
y ¡listo!!
El personal de aduana en Lima fue muy discreto, me hicieron sacar
todo, hasta la correa pero no el pañuelo que llevaba en la cabeza. Una oficial
me palpó discretamente y al comprobar que no había pelo ni paquetes de droga
ocultos bajo mi pañuelo turbante me dejó pasar sin problemas.
Confieso que esto de viajar con un pañuelo que te cubre la
cabeza me dio una seguridad singular en lo que respecta a higiene, me sentía
protegida: de piojos, microbios o lo que fuera (al final siempre me da asco
apoyar mi cabeza donde otra persona ha tenido la suya durante horas).
Cuando llegué a mi destino la seguridad del aeropuerto se
desquitó a gritos contra mi pañuelo y mi sangre latina. “¡MOM!!!! ¡MOMMM!!!”,
gritaba el afroamericano. No me palparon el cráneo porque tienen un sistema de
rayos X que te ven desnuda completamente. Felizmente mi peluca paso
desapercibida en la maleta de mano y seguí mi camino.
Una vez ubicada en el hotel acomodé mi preciada cabellera en
lugar preferencial y solo la usé el día de mi presentación. Así descubrí que
con peluca no me reconocen o con pañuelo no me reconocen, somos dos personas distintas. Bueno, la
peluca iba acompañada de ropa formal, detalle
importante, valgan las verdades.
De vuelta a Lima, tuve que hacer trámites notariales casi de
inmediato y ahí estaba mi peluca lista para ser usada. Una obra de arte ready-made (como decían los vanguardistas)
pero mutante, porque la peluca será la misma, pero los rulos nunca se ven
iguales.
Ayer tuve un compromiso y nuevamente me enfundé mi peluca.
La peiné un poco y aunque rebeldes, sus rulos nunca son tanto como mi pelo
original. En ese momento caí en cuenta que la peluca es una bendición. No me
tengo que teñir las canas y me hace lucir
más joven porque desde mis tempranos treintas nunca he tenido tanto volumen de
cabello.
Señor, bendice a las
peluqueras que se queman los dedos tratando de darle mayor naturalidad a los
rizos de mi peluca. Dales larga vida y una buena jubilación porque se lo
merecen. Mi peluquera, mi confidente. Ella misma la lava, la seca, la prepara y
me da ese look libre que hace que pueda sacarle más puestas que los peinados que
con tanto esfuerzo lograba sobre mi pelo natural. Si supiera que la llevé
escondida en la maleta, me mata.
Gracias, Señor por
todas tus bendiciones.
El martes pasado me pusieron mi quinta quimio, ya solo falta una!!!!!
ResponderEliminarNo sabes lo feliz que soy de leer nuevamente algo escrito por ti todos los dias entro a ver es una forma de sentir que estoy contigo todos los dias sabes como te queremos querida Misky y estamos felices que ya falte solo una!!!! escribe mas sobre tu viaje. Un besito.
ResponderEliminarYo también extrañaba escribir..., es cierto lo que dices, yo también me siento más cerca de ustedes cuando posteo...
Eliminar