sábado, 21 de enero de 2012

¿Cuánto cuesta una vida?


Uno no se pregunta cuánto vale mantener su salud hasta que te enfrentas a un tratamiento caro como la quimioterapia- y por demás amenazador, por el alto riesgo que implica el cáncer.

Mi primera vez, hace 18 años me atendí en todo momento vía el seguro de salud particular que tenía. Contaba con 10,000 dólares de cobertura, pero hice malabares para hacerlo durar. En esa época el seguro social te reembolsaba el gasto de las quimios y a mí me reembolsó aproximadamente 1,000 dólares por cada una de las seis sesiones que me pusieron. Además tenía un seguro oncológico de 1,000 dólares con la cuenta CTS del Banco de Crédito y lo gasté íntegro.

Además contaba con el apoyo de mi papá y el de mi suegro que estaban dispuestos a ayudarme si lo necesitaba. Felizmente, no lo requerí.  Pero cuando me quedaban como 1,200 de saldo en mi seguro, me subieron la cuota mensual a 200 dólares y ya no tuvo ningún sentido seguir asegurada.

En esa época decían que si habías pasado tres años sin recurrencia de la enfermedad podías considerarte curada, así que yo opté por dejar ese seguro. Estaba convencida que no me volvería a enfermar. Pero me equivoqué, tres años después me encontraron otro cáncer primario, y esta vez estaba sin seguro, sin plata y con deudas.

Sin pensarlo dos veces me dije “No me voy a gastar mis pocos ahorros en la operación y el tratamiento, guardaré mi plata para la recuperación, para irme de viaje”. Y sintiéndome la mujer más pobre y abandonada del planeta me atendí en el Hospital de Neoplásicas.

Por ser una pituca venida a menos pagaba la tarifa más alta y si mal no recuerdo la operación me costó alrededor de 2,000 dólares y el tratamiento otro tanto. Yo había bajado al llano, sintiéndome pobre pero nunca dejé de ser percibida como una pituca aprovechadora y mi bondadosa hermana Ana, que es blanca y castaña, fue bautizada como “su hermanita la gringuita”. 

Durante los casi dos meses que Ana me llevaba en su auto y me esperaba sentadita entre todos los enfermos -que  se echaban en los asientos porque ya no tenían fuerzas de esperar sentados- fue víctima de tremendas historias personales que terminaban pidiéndole dinero prestado o algo de comer.

La época de vacas flacas se extendió por  siete años más. Cuando mi situación económica mejoró y me inscribí en la EPS, cerré el capitulo INEM, aunque me seguí atendiendo con el jefe de ginecología, que era mi doctor, pero en su consultorio particular.

La EPS me ha servido para muchas cosas y, parece que también podrá cubrirme mi tratamiento actual de quimioterapia, siempre que logremos probar que se trata de una nueva neoplasia y no de una metástasis del cáncer que tuve hace 18 años. Yo ya he invertido cerca de 4,000 dólares en  el diagnóstico  y la operación. Mi primera sesión de quimio me ha salido como 700 dólares. Y me faltaría cubrir cinco quimios más, los exámenes de laboratorio y los honorarios médicos de cada sesión, es decir unos 4,500 dólares más, durante el tratamiento. Luego vendrán los controles mensuales y cada uno puede costar alrededor de 500 dólares, según los estudios que te indiquen.

¿Qué haré si no la EPS me dice que no? ¿Tendré el valor de pasarme al Seguro Social? Esta vez hay algo en mí que me dice que mi bienestar vale el dinero que tengo ahorrado.

Gracias señor por mi trabajo y los dineritos extras que me caen de vez en cuando. Gracias por los médicos que te hacen un precio especial porque no tienes seguro. Gracias por los oncólogos de corazón grande  que incluso llegan a  atenderte gratis con  tal de que no dejes de controlarte. ¡Ya se han ganado el cielo!

2 comentarios:

  1. El seguro social no es la gran cosa, es más, todos los que pueden huyen de él. Sin embargo, puedo decir que gracias a tenerlo sigo con vida porque no tengo la cantidad suficiente de dinero como para afrontar todo el gasto que implica ser paciente oncológica. Y es que los médicos que atienden en el Rebagliati son los mismos que trabajan en las clínicas. Los hay excelentes, y he tenido la buena suerte de que me traten.
    En relación a la administración del seguro social es que se dan los graves problemas, y el gobierno tiene la culpa. La minita de oro que le significa lo ha inyectado de codicia y ha acogido a cada vez más personas sin aumentar la plantilla médica o comprar más medicinas y equipos, pero sí ha captado más ingresos mientras las colas para lograr una cita son cada vez más grandes y se requiere ser muy *paciente* para acudir a tramitarla.
    Eso sí: los médicos son muy buenos.

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  2. Gaby, efectivamente. Sé que los médicos son muy buenos,pero pensar en entrar a su sistema, lograr que te den la cita a tiempo, me aterra.Ya he vivido esto cuando me atendía en el INEM.

    Pero dejándome de engreimientos,mientras me den las dosis correcta de quimioterapia y me hagan el seguimiento adecuado con estudios de imágenes, sería una bendición.

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